A tres horas de Parral y a través de una serranía que empieza a nacer, con cerros suaves y una vegetación cada vez más boscosa, aparece Guachochi, una ciudad donde, primero a la fuerza y después con un notorio respeto mutuo, conviven mestizos y tarahumaras.
Cada 15 días llegan a Guachochi indios de rincones inauditos de las barrancas a intercambiar sus productos y a hacer alguna venta a los chabochis, o como ellos nombran a las personas de piel más clara que la suya. Éstos son en su mayoría comerciantes, agricultores, ganaderos o trabajadores de lo que los llevó hasta ahí a principios del siglo XX: la madera. Se vivieron un sinfín de injusticias hasta mediados del siglo pasado, pero poco a poco las condiciones han sido más equitativas.
Un afortunado factor de cambio es el ecoturismo. Con ayuda del gobierno, Guachochi pretende ser una alternativa frente a Creel como estación para quien se mueve por las Barrancas, pero con el toque de colaboración con los tarahumaras. Y lo están logrando. La ciudad cuenta con los servicios básicos —banco, hoteles, restaurantes—, y está desarrollando proyectos muy interesantes como el Lago de Las Garzas —Guachochi significa eso: lugar de garzas—, donde se puede pescar una trucha de buen tamaño o dar una vuelta en un barco de pedales.
Más adelante, esas mismas aguas alcanzan un pequeño parque llamado El Salto, con una cascada de 15 metros y por donde se tiene proyectado que cruzará una serie de tirolesas. Los proyectos más importantes son los que involucran a los tarahumaras en la administración de sus propias tierras. Un buen ejemplo es Agua Caliente.
A 40 minutos de carretera y media hora en terracería, al norte de Guachochi, existen unos manantiales de donde surge el agua a temperaturas alrededor de los 40 y 45 grados centígrados. Un grupo de ejidatarios le ha construido albercas, cabañas y asadores. Todo está muy limpio y ordenado y los tarahumaras son buenos platicadores, siempre y cuando no se les apunte con una cámara de forma invasiva. La zona es muy bonita, especialmente en verano. Hay un área para acampar y realizar caminatas.
Más cerca de Guachochi, antes de comenzar un buen trecho de terracería, aparece la laguna de Ochócachi, frecuentada por los lugareños los fines de semana para pescar o acampar. Aquí los atardeceres pintan el cielo y el espejo de agua de doble belleza, en tonos que sin prisa pasan del anaranjado al azul, al violeta, al negro.
A sólo veinte minutos de Guachochi, la barranca Sinforosa tiene unas vistas maravillosas, llenas de color y grandes cañones. Unos cuantos minutos en alguno de sus miradores te inyectará paz y tranquilidad para los siguientes meses de tu vida.